31 dic 2009

Epílogo. 2009



Aquel año, presintió que el invierno sería duro y decidió marcharse lejos, en busca del calor y de quien sabe qué. Al irse, cambió un invierno por un verano y supo que al alterar el orden lógico de las cosas ese ya nunca sería un año como los demás.

Y no lo fue.

Porque aquel año cogió más aviones que ningún otro y llegó hasta el fin del mundo. Conoció dos nuevos países, cruzó otra vez (y otra más) un océano y anduvo sobre los hielos más antiguos, pisando por donde pocos han pisado antes. Aquel año visitó comunidades aisladas en medio de la Amazonía y supo a qué suena el silencio. También se baño en playas desiertas con las que todavía sueña cuando cierra los ojos. Nadó entre tortugas y peces de mil colores.

Pero sobre todo, aquel año le dió un nuevo sentido a la palabra amistad y se reinventó a si mismo en un país totalmente desconocido. Allí bailó al ritmo de sonidos tropicales y aunque no aprendió a moverse como los autóctonos, si supo dejar a un lado su hasta entonces exagerado sentido del rídiculo. Allí fue también partícipe de la fiesta más importante del planeta y se sintió olímpico por unas horas. Conoció a actores, directores, ministros, príncipes y duquesas. Y hasta se le erizó la piel al escuchar desde escasos metros de distancia a un presidente que un día soñó que lo sería.

Y cuando mejor estaba, cuando más feliz se sentía de haberse marchado un buen día de enero a buscar un invierno a 38 grados, regresó. Sin un gramo de pena, si con algo de nostalgia, volvió al lugar de donde un día huyó con una extraña sonrisa dibujada en el rostro. La de aquel que se sabe victorioso y que además intuye que sólo conforme vaya pasando el tiempo podrá llegar a entender plenamente todo lo que significó aquel año.

18 dic 2009

Día 345. Fin

Hora de irse.
Metes tu vida de nuevo en unas maletas que apenas cierran mientras te asaltan un millón de tópicos sobre la relatividad del tiempo. Y en ese taxi que atraviesa por última vez un camino tantas veces recorrido te entra la tentación de mirar atrás. Incluso piensas en quedarte y dejar que el mundo siga girando dejándote al margen. Pero no lo haces, porque sabes que si lo hicieras, que si vacilases un sólo instante, la magía de aquel año se esfumaría para siempre.
Adiós Río.
Adios a todos.
Y gracias.

17 dic 2009

Día 344. Again

Y otra vez lo de siempre. Los nervios a flor de piel, los gestos contrariados, las miradas que se rehuyen, la risa floja y un montón de palabras que te golpean sin piedad la cabeza y se atragantan a la hora de salir.
Otra vez lo de siempre, pero cada vez me cuesta más decir adios sabiendo que me dejo lo mejor fuera de las maletas.

13 dic 2009

Día 340. Amanecer

Como si de algún modo presintiese su marcha, la ciudad decidió ofrecerle un último regalo en ese preciso instante. Quizás para recordarle también que volver a casa por la mañana tras una intensa noche mientras fuera de un taxi comienza a amanecer nunca será tan bonito como lo fue aquel año.

11 dic 2009

Día 338. Malditos sean

Lo tenías todo controlado. Sabías a la perfección lo que tenías que hacer. Al fin y al cabo, esto ya lo has hecho muchas veces antes y te habías convencido de que esta, con diferencia, no sería una de las peores. Hasta que ellos, malditos sean, tuvieron que cruzarse en tu camino. Y ahora, maldita sea, todo el trabajo de un año se ha echado a perder. Porque ahora sería demasiado absurdo decir que no me marcharé con pena, que no me quedaría aquí unos meses más. Ahora sería demasiado necio pensar que no lo voy a echar de menos desde el primer minuto en que se consume el regreso. Ahora ya es imposible negar que añoraré cada cena, cada fiesta, cada póker, cada Lapa, cada playa y cada escapada con ellos. Que los añoraré a ellos, malditos sean.

5 dic 2009

Día 332. Todo Carnaval tem seu fim

Se acerca del momento de arrancarse la nariz roja. Y de empezar a pensar en guardar el disfraz hasta la próxima. Pero antes...

Últimas actuaciones. Ingresos agotados.

13 to go!