30 ago 2010

Mary and Max

De vez en cuando uno se topa sin quererlo con pequeñas maravillas que le devuelven la fe (y la envidia) por el talento ajeno. Y le obligan a compartirlas con aquellos que, de vez en cuando también, se topan con un lugar tan absurdo como este. Aquí va una muestra de que la animación puede ser una cosa muy seria. Una bonita y agridulce historia sobre una niña que tenía los ojos del color de dos charcos de lodo y un hombre de casi cincuenta cuyo amigo invisible es adicto a los libros de autoayuda. Una historia real sobre dos vidas complicadas, sobre dos de esos seres que deambulan sobreviviendo a sus propias rarezas en un entorno que subestima lo diferente. Dos números primos que se acaban encontrando en una compartida inadaptación al mundo. Pero, por encima de todo, una bonita historia sobre la amistad sin caer en lo fácil y un regalo para los ojos. Que la disfruten.


"God give us our relatives. Thank God we can choose our friends."

23 ago 2010

Vacaciones (de mi mismo)

Que no hay mal que cien años dure ni fracaso que unas buenas vacaciones en el lugar adecuado y con la compañía precisa no curen. Porque "benditos sean los olvidadizos, pues superan incluso sus propios errores".

14 ago 2010

Malditos ojos

Malditos ojos los tuyos. Que atraviesan los cuerpos, que hacen temblar las palabras y rehuir las miradas. Nadie debería tener tanto poder concentrado en sólo dos focos. Nadie, y lo sabes. Dos armas de masiva destrucción, dos bombas de racimo, dos minas antipersona dispuestas siempre para la batalla. Malditos ojos los tuyos, si, que deberían estar prohibidos por decreto, por norma con rango de ley. Desterrados en algún lugar seguro, a salvo de tartamudos potenciales y de inestables funcionales. A salvo de aquellos dispuestos a jugarse más de lo que pueden pagar por una mirada de esos ojos, esos malditos ojos.

11 ago 2010

Siglas

Empezaré tirando de tópicos, que a la tercera va la vencida, dicen. Aún así he admitir que ha sido raro escribir esas siglas, mis siglas, por última vez. Unas siglas que me han acompañado durante dos años y medio, a este y al otro lado de un mismo océano, y me han ayudado a acallar mi agotadora falta de vocación a base de palabras más o menos inspiradas. Tres letras tras las que poder esconderse en un cómodo anonimato y permitirme el lujo de escribir sobre todo lo que se me ha puesto a tiro en este tiempo, que ha sido mucho. De películas y canciones, de lugares y personas, de historias para no dormir y otras para soñar mejor. De todo eso y de una infinidad de cosas más. Y de corrupción, claro, mucha corrupción. A la tercera va la vencida, si. Y me voy contento, sintiéndome privilegiado por todos estos meses al abrigo de esas siglas, aunque con alguna espinita clavada que habré olvidado pasado mañana. Porque mientras hoy golpeaba esas tres teclas por última vez, mi mente ya estaba lejos de allí. Imaginando como será, si es que la hay, la vida más allá de esas siglas.

edv