29 ene 2009

Día 22. Fucking Burocracy

(O cómo superar un absurdo trámite migratorio en ocho horas y tres actos)

Acto I

6:30 AM. Es pronto, muy pronto, demasiado. Pero sabes que tiene que ser así si quieres llegar de los primeros al aeropuerto para registrarte en el control de inmigración porque te han dicho que las colas son muy largas. Desayuno rápido y a la calle, a intentar parar en mitad de la playa un autobús que te llevé allí (otro día dedicaré una entrada a la red de autobuses de esta ciudad, pero ya adelanto que debe estar a la altura de la de Zimbaue o Kuala Lumpur). Tienes suerte, logras que el bus te pare y después de dar el mayor de los rodeos posibles a la ciudad, llegas a tu destino. Todo bien. Una vez allí y haciendo alarde de tu precario nivel de portugués intentas encontrar la oficina de la Policía Federal. O no te entienden o no les entiendes tu, pero el caso es que das más vueltas que un tonto de un lado para otro hasta encontrarlo. Pero lo consigues.

Acto II

Mierda, ya hay gente. Te diriges a un hombre cuya cara refleja que perdió el interés por su trabajo posiblemente el mismo día en que entró a trabajar. Te mira con una mezcla de indiferencia y asco y te dice todos los requisitos que hacen falta para obtener el registro y que tu, por supuesto, no tienes. Es más, te insinúa que te vayas a tu casa y vuelvas otro día con todos los papeles. Pero tu decides quedarte por miedo a no ser capaz de volver allí de nuevo e intentas conseguirlo todo en el aeropuerto. A partir de ahí comienza la gymkana por las instalaciones. Te sientes una mezcla entre un concursante de Humor Amarillo y uno del Gran Prix, aunque sin disfraz de bebé gigante, lo cual ayuda bastante. De nuevo tu nivel de portugués te juega una mala pasada y a punto estás de no conseguir alguno de los requisitos. Pero lo haces, aunque a cambio y abusando de tu estado de necesidad se hayan aprovechado de ti la mitad de los comerciantes del lugar. Lo tienes todo, lo metes en una carpeta, te sientes orgulloso y vuelves al punto de partida lo antes posible.

Acto III

Y entonces es cuando te das cuenta que no hacía falta tanta prisa, porque en la hora que tu has estado corriendo de un lado para otro desesperado la cola ha avanzado dos números y a ti te quedan como veinte. Te imaginas una y otra vez el complejo proceso que precisa el documento que necesitas para que la gente tarde tanto tiempo en salir pero tu imaginación no alcanza tanto. Tras cerca de cuatro horas, media lista del Ipod escuchada y una cabezadita tirado en la silla te toca a ti. Tu gran momento. Y entonces descubres el por qué de la tardanza. El tipo que te atiende ni te mira ni te saluda hasta diez minutos después de que estés sentado frente a él. Puedes observar que lo que le tiene tan absorto es ordenar su correo de Hotmail. Por fin te hace un gesto con el que reconoce tu presencia así que le das tu pasaporte y otros papeles. Y entonces es cuando él descubre que eres español y periodista y te pregunta con gesto serio y mirandote fijamente por qué la prensa española no dice nada de los brasileños que se quedan tirados en los aeropuertos españoles. Tu no sabes que decir porque no controlas el idioma y porque tampoco conviene hacer enfadar al tipo que tiene tu futuro migratorio en sus manos. Así que pones cara de circunstancia y te haces el tonto. Te sale bien, has ensayado mucho. Ahora sal y espera otra media hora a que alguien se decida a darte el resguardo que te podian haber dado en el momento. Lo tienes, oficialmente ya eres un inmigrante legal en Brasil. Enhorabuena.

Epílogo

Todo ha acabado, al fin, ocho horas después. Y mientras avanzas hacia la calle, una ligera sensación de satisfacción te invade; sientes que has ganado. Sin embargo, pronto comienzas a ser consciente que se trata de un espejismo porque en el fondo (y en la forma) has sido derrotado ampliamente. Durante ocho largas horas has sido menospreciado y estafado por casi todos los estamentos del país. Desde el Estado que te cobra casi 70 euros de tasa para una tarjeta que ya sabes que jamás te llegará hasta la Policía Federal, pasando por el último de los empleados del aeropuerto. Has perdido toda una mañana para algo que sólo requería una hora y es entonces cuando te brota un renovado odio hacia la especie humana en general y hacía el funcionariado en particular. Te entran ganas de volver y acordarte del árbol genealógico de unas cuantas personas allí dentro. Pero no lo harás. Porque tu eres un tipo pacífico y, por qué no decirlo, un poco cobarde también. Así que te limitas a volver a casa pensando en la entrada que escribirás en tu blog para desahogarte como terapia. Entrada que quedaría, por ejemplo, así.

6 comentarios:

  1. te veo quemado, y eso no esta bien.
    no veas a todos el funcionariado igual... lo digo por si alguna vez acabo alli.
    por cierto tienes noticias de Celia???

    te sigo leyendo (a ti y a todos los becarios EFE para saber de vuestras aventuras)

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  2. Jajaja me sumo al odio a los funcionarios. Lo mejor es que si en España son malos, en el extranjero no son mejores!!!

    Enhorabuena por los papeles, ya que los tienes no hace falta que vengas en Pateras y te cueles por Huelva... disfruta de la playa!!

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  3. Por fin algo en lo que Brasil y España se parecen mucho.
    Por si te sirve de consuelo el otro día fui a por una copia del padrón...hay una expendedora de números como en la carnicería pero sin números en su interior así que vas pidiendo la vez como en la posguerra.
    Tras esperar media hora no entiendo por qué la cola no ha avanzado ni en una sola persona.
    Respuesta: la funcionaria se ha ido a almorzar porque total sólo hay unas 50 personas esperando.
    Una rumana maldice sin parar, es entonces cuando otra de las víctimas de la fucking burocracy le dice que tiene que tener un poco más de paciencia.
    Ahora comprendo que debía ser brasileño.

    verás que como no tengo blog para hacer terapia he usado el tuyo...

    indian express???

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  4. piL/ Estoy quemado si, pero es de la playa, juju... Paradojicamente y hablando de Celia, creo que ella hoy se iba a esquiar.

    pd: Cuando tu seas funcionaria, yo ya estaré de vuelta y te tocará invitarme a algo. Aviso

    Anita/ Lo de la patera aún no está descartado del todo. Eso sí, antes que pasar por Huelva lo haré por Londres para probar una de tus (ya) famosas tortillas deconstruidas.

    Samira/ Grande Samira. Puedes utilizar mi blog siempre que quieras para desahogarte. Eso si, a partir de la segunda cobro, que mis vicios no se pagan solos.

    pd: Indian Express? Te imaginas? Sería mucha risa...mucha.

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  5. vaya, los funcionarios españoles no tienen nada q envidiar a los brasileños, no señor. a ver si por tu gracia de desahogarte lee alguno por aqui y pillan vicios, eh? q ara mismo me estoy yendo yo cargada de papeles a hacer trámites mucho peores q los tuyos... si tu 'querías' ser inmigrante legal, yo voy a ver si me pueden subordinar y hundir un poco más. en fin. ya te contaré.
    cuidate, como siempre y deja el nombre de españa bien alto! (juas)
    mua!

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  6. Desde luego, parece que los funcionarios Brasil hacen las prácticas la Facultat de Filologia...Sin duda, todo un alarde de paciencia la tuya y un ejercicio por confirmar que los tópicos, inexorablemente, funcionan. Ánimos.

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